domingo, 31 de marzo de 2013

El destino y el determinismo

  Existe una pregunta científica que creo está en la mente de todas las personas. Curiosamente su formulación es un tanto vaga pero todo el mundo la comprende: ¿existe el destino? Detrás de esta pregunta hay dos maneras  opuestas de ver el Universo.
  Primero que nada quiero clarificar la pregunta porque la palabra "destino" puede ser ambigua y por lo tanto la pregunta también. Lo que se encuentra detrás de esa pregunta es lo siguiente: lo que vamos a hacer en el futuro, ¿ya se encuentra escrito y es imposible de cambiar? ¿o nuestras decisiones son las que van creando el camino por el que transitamos?
  Desde un punto de vista científico la existencia del destino es llamada "determinismo". Y se define de la siguiente forma: si uno conoce absolutamente todas las variables que componen al Universo en un determinado momento, entonces, uno es capaz de predecir con total exactitud qué es lo que va a suceder en cualquier momento futuro. Es decir, sabiendo con absoluta exactitud lo que está ocurriendo hoy, se puede predecir con un ciento por ciento de eficacia lo que va a suceder en el futuro.
  El "no determinismo" dice exactamente lo contrario. Que aun conociendo todas las variables que componen al Universo, no es posible predecir cómo se va a comportar el Universo.
  Entiéndase por Universo absolutamente todo. No solamente las estrellas, planetas o meteoritos. Si no todo, inclusive el comportamiento de cada elemento de nuestro planeta, y el comportamiento de todos y cada uno de los seres vivientes que lo pueblan.
  Una de las personas que intentó darle una respuesta a esta pregunta fue Albert Einstein. Como es de esperar Einstein tenía una hipótesis, una idea sobre cómo funcionaba el Universo e intentaba demostrarla. Su idea era que el destino efectivamente existía, que era posible predecir el futuro si se tenía un conocimiento absoluto de un solo instante del Universo.
  Pero las teorías de Einstein chocaron con una rama muy importante de la física actual: la física cuántica. En la física cuántica los resultados no son predecibles. Por el contrario, resultan azarosos y lo que ocurre en un momento en determinadas circunstancias puede no repetirse en otro aún cuando las circunstancias no hayan variado.
  Entonces, ¿la física cuántica es una negación irrefutable del destino? Mi apreciación personal es que no. Si bien actualmente nada la ha podido refutar, eso no quiere decir que en un futuro no pueda ser reemplazada por otra teoría más completa y determinista.
  Aún así, el determinismo tiene una desventaja que considero central. Es la siguiente: uno puede imaginar un Universo entero que se comporte de manera determinista, pero, si en dicho Universo existiera un solo punto de indeterminación, entonces todo el Universo sería no-determinístico. Un poco más simple: si existira un solo vestigio de azar en todo el Universo, entonces no es posible predecir absolutamente nada, porque ese punto de azar afectaría a los puntos vecinos y esto formaría una suerte de efecto dominó que terminaría afectando a todo el Universo. Es algo similar a lo que se conoce como "efecto mariposa". Algo que sucede en un punto se transfiere hacia sus puntos aledaños generando un cadena de cambios cada vez más grande que nunca se detiene.
  Pasemos ahora al arte. Habrán escuchado alguna vez aquel verso que dice "caminante no hay camino, se hace camino al andar". Su autor, Antonio Machado, parece haberse puesto del lado del indeterminismo.
  Borges también, pero de alguna manera deja ver que él cree que existe un determinismo acotado. Noten estos versos extraídos del mismo poema:

"El porvenir es tan irrevocable
como el rigido ayer."
...
"pero en algun recodo de tu encierro
puede haber una luz, una hendidura.
El camino es fatal como la flecha.
Pero en las grietas, esta Dios que acecha."

  Existe un cuento que puede ser tildado de determinista donde el protagonista se cruza con la muerte y con horror ve que la muerte le hace una mueca extraña. Por ese motivo, intenta alejarse de ella y se va a una ciudad muy lejana. Al siguiente día la muerte lo encuentra en dicha ciudad y le comunica que viene a matarlo, a lo que el hombre se queja diciéndole que cómo puede ser que lo haya ido a buscar tan lejos si en el día de ayer la había visto a kilómetros de distancia. La muerte le dice entonces que ella también lo vio, y que se había sorprendido de encontrarlo tan lejos del lugar donde debía matarlo al siguiente día.
  Tal parece que el arte tampoco se pone de acuerdo en la naturaleza determinística o no-determinística del Universo.
  Todo este devenir quisiera resumirlo en un pensamiento que considero importante. Y es el siguiente: es válida la curiosidad por saber si el Universo es determinístico o no; o para decirlo de manera más simple, si existe o no el destino. Ahora bien, también es importante darnos cuenta que si ignoramos dicho destino, si no podemos predecir con total eficacia aquello que va a suceder, entonces deberíamos actuar como si ese destino implacable no existiera. Porque desde nuestro punto de vista absolutamente ignorante de las reglas que rigen el Universo (incluso ignorante de si existen o no), poco importa que estas reglas marquen cada uno de nuestros pasos. Ignorar el destino nos hace libres. Libres de decidir todo el tiempo y libres de crear nuestro propio camino.
  Por eso es importante hacernos cargo de nuestras decisiones, y no creer ni esperar que alguien nos diga qué es lo que nos va a suceder, porque es imposible hacer predicciones de ningún tipo.
  Creo que el consejo más sabio es que utilicemos la ignorancia del futuro para nuestro beneficio y tomemos las decisiones según nuestra propia creencia, según lo que sentimos que es lo correcto. La única respuesta válida para tomar una decisión es aquella que nace dentro nuestro, que nace de nuestras convicciones de nuestro modo de ver la vida. Esto no quiere decir aislarse de lo que dicen las personas que nos quieren bien, no. Muy por el contrario, sabiendo que nuestras decisiones son tan importantes, debemos tener cuidado al tomarlas y tratar de absorber toda la información necesaria para decidir bien. Pero la decisión última, la que rige nuestro camino de acción debe ser tomada dentro nuestro.
  Antes de cerrar esta conclusión también quisiera remarcar que, como la decisión final va a ser nuestra, debemos también saber ser humildes y saber admitir errores y equivocaciones. Saber corregir nuestro camino una y otra vez hasta encontrar aquel que nos identifica de la mejora manera.
  Hay que buscar siempre el camino propio, después de todo, nada vamos a conseguir si intentamos vivir la vida correcta que otra u otras personas eligieron para nosotros.

martes, 19 de marzo de 2013

Virtudes en contraste

  Volvemos al tema de las virtudes. Esta vez para desenmascarar comportamientos que se consideran virtuosos cuando no pueden ser considerados como tales.
  La virtud tiene una característica que la hace tal, y es que se manifiesta solo en situaciones adversas. Muchas veces se confunde la virtud con un comportamiento hijo de un intercambio justo. Por ejemplo, una persona honesta no puede ser considerada como tal cuando en su vida no ha tenido la necesidad de ser deshonesta para cubrir sus necesidades básicas. Tampoco puede ser considerada deshonesta, por supuesto. Pero, en todo caso, si las circunstancias son favorables no se puede afirmar ni la presencia ni la ausencia de la virtud.
  Lo mismo ocurre, pero de manera opuesta, con los defectos. Si una persona se encuentra ante circunstancias claramente desfavorables y requiere del defecto para su supervivencia, no puede achacársele tal defecto. Tampoco implica que no lo tenga, pero no se le puede endilgar un comportamiento defectuoso que obedece a fuerzas mayores.
  Por estos motivos afirmo que la virtud solo se hace visible cuando aparece algún tipo de injusticia, y ante la injusticia nos rebelamos con dignidad tratando de sobreponernos sin perjudicar a nadie. A su vez el defecto solo se hace presente en circunstancias favorables, cuando está clara la posibilidad de evitarlo y sin embargo es elegido para sacar una ventaja inmerecida por sobre los demás.
  No encaro este tema por casualidad. Quisiera poner en evidencia ciertas cuestiones prácticas basadas en este pensamiento.
  La primera de ellas es la creencia de que en las villas se concentra la mayor parte de gente deshonesta. Me permito disentir y postular lo siguiente: "no es posible determinar el número de deshonestos entre la gente de clase baja, donde sí es posible determinar el número de honestos". Misma afirmación intercambiando términos pero basándome en la misma idea: "no es posible determinar el número de honestos entre la gente de clase media o alta, pero sí es posible determinar el número de deshonestos".
  Pasemos a una explicación un poco más detallada.
  Una persona que nunca tuvo sus necesidades básicas insatisfechas es natural que va a buscar acciones deshonestas para sobrevivir. No por falta de capacidad, ni por una maldad innata, si no porque su entorno lo va a empujar, porque no conoce los justos intercambios de una sociedad que lo margina. Pero como dije anteriormente esto no puede ser marcado como un defecto, sino como un comportamiento que es una consecuencia normal del entorno en que se desarrolla la persona. Sin embargo, dentro de una villa existen muchas historias de gente honesta que es capaz de sobreponerse y sobrevivir dignamente. Ellos sí son claramente virtuosos y dignos de admiración.
  En las clases medias y altas ocurre exactamente lo opuesto. La gente se suele jactar de su dignidad cuando nunca enfrentó una situación desfavorable que la pusiera en juego. Y aún más, hay muchas personas deshonestas que no tienen necesidad de serlo pues el entorno en el que se mueven cubre sus necesidades, incluso en algunos casos largamente, pero en nombre de la ambición o de un egoísmo marcado buscan constantemente sacar ventaja de cualquier situación.
  Un caso que también es claro: gente que asegura ser frontar para decir las cosas, pero cuya virtud de sinceridad solo la practica con pares o subordinados, pero cuando debe enfrentarse a alguien con más poder agacha la cabeza y acepta todo lo que le digan. Ese es otro claro ejemplo. Ahí no hay ninguna virtud, sencillamente un comportamiento normal y perfectamente natural.
  Otro caso similar es el de darle a las mascotas la virtud de la lealtad. La realidad es que un perro nunca nos va a traicionar sencillamente porque no puede hacerlo. Como leí alguna vez: un perro no puede pedirte plata y nunca devolverla. Tampoco puede considerarse virtuoso que se quede en la casa de quien lo alimenta. Justamente porque el entorno es favorable, y el perro es un ser simple que no necesita mucho más que comida para sobrevivir.
  Creo que hay que tener mucho cuidado al repartir virtudes. Hay que saber aceptar también que es muy difícil que poseamos una virtud de manera plena. Casi todos somos en algún punto honestos y deshonestos, leales y traicioneros, sabios e ignorantes. En todo caso, se trata de intentar que la característica virtuosa se presente en nosotros con el mayor brillo posible. Probablemente aquellos que vivimos una vida normal y sin grandes sobresaltos no tengamos la oportunidad de poner a prueba nuestro (supuesto) virtuosismo. Por este motivo es importante que al juzgar a los demás sepamos en qué entorno se mueven y comprendamos si realmente pueden actuar de una manera diferente o si las circunstancias los obligan al defecto.
  La comprensión debe llevar a la tolerancia, y la tolerancia a la unión. Sin lugar a dudas es un camino complicado y difícil, pero, creo sinceramente, que también es el único camino posible.

viernes, 15 de marzo de 2013

Infinito

  La idea del infinito es apasionante por donde se la mire. Es un concepto que supera ampliamente al conocimiento humano. Aún así hemos sido lo suficientemente audaces como para sacar conclusiones sobre este concepto.
  Como toda idea uno de los problemas más complicados es definirla. ¿Qué es el infinito? ¿Qué cosa puede ser considerada infinita? Vamos al área donde esta idea puede ser abordada de forma más fácil (y más familiar para mí): la matemática. La teoría de conjuntos nos acerca una definición que a mí me gusta mucho. Me gusta por dos motivos. El primero, que atenta contra el sentido común. El segundo, que es increíblemente precisa (o al menos lo parece).
  La definición dice lo siguiente: un conjunto A es infinito si se puede encontrar un subconjunto B (es decir un conjunto dentro del conjunto A) y se es capaz de encontrar una relación biyectiva entre ambos. Una relación biyectiva es una relación que une un elemento de un conjunto con exactamente un elemento de un segundo conjunto y viceversa. Es decir, ni en el conjunto origen ni en el conjunto destino deben quedar elementos sin unir, y lo que es mejor: ninguno puede estar unido dos veces al otro conjunto. Un dibujo de una relación biyectiva sería algo así:


  Como pueden ver en esta relación, todos los elementos del conjunto de la izquierda están relacionados con un elemento del conjunto de la derecha, y viceversa. No es difícil darse cuenta que para que esto pase el conjunto de la izquierda debe tener exactamente la misma cantidad de elementos que el conjunto de la derecha.
  Ahora, volviendo a la definición de infinito van a notar que pide que B sea un subconjunto de A (es decir que esté completamente incluído en A) y que exista una relación biyectiva entre ellos. Ahora, si B está dentro de A, B debería tener menos elementos, y si B tiene menos elementos es imposible encontrar una relación biyectiva entre ambos. Esta lógica es cierta si los conjuntos son finitos, pero lo que es perfectamente lógico para conjuntos finitos, no lo es para conjuntos infinitos.
  Veamos un ejemplo. Supongamos que el conjunto A está formado por todos los números naturales. Es decir:
A = {1, 2, 3, 4, 5, 6,...}
  Ahora, tomemos un subconjunto de A, por ejemplo los números naturales múltiplos de 3.
B = {3, 6, 9, 12, 15, 18,...}
  Como podemos apreciar B cumple con la primer premisa ya que está completamente incluido en el conjunto A. Dado que a A lo conforman absolutamente todos los números naturales, y B tiene "solamente" a los que son múltiplos de 3.
  La pregunta que nos podemos hacer para verificar que A es infinito sería: ¿qué relación biyectiva podemos encontrar entre A y su subconjunto B? Bien, tomemos: "el elemento de B es el elemento de A multiplicado por 3". O dicho al revés: "el elemento de A es el elemento de B dividido 3". Si analizamos esta relación vamos a ver que todos los elementos de A están relacionados con uno y solamente un elemento de B. Y viceversa. Dicho de otra manera: si tomamos cualquier elemento de A, y aplicamos la relación, vamos a llegar inevitablemente a un único elemento de B. Por ejemplo, si tomamos el elemento de A: 20, vamos a ver que está relacionado con el elemento de B: 60 (20 x 3 = 60). Lo mismo pasa al revés, si tomamos el elemento de B: 24, vamos a ver que está relacionado con el elemento de A: 8 (8 x 3 = 24). Y esto pasa sin importar qué número tomemos de A o B. Encontramos entonces una relación biyectiva que une a ambos conjuntos. Así que ya podemos afirmar que el conjunto A formado por todos los números naturales es infinito.
  Y algo que desafía aún más a la razón, no solamente A es infinito, B también lo es. ¿Por qué? Porque al estar relacionados por una función biyectiva me estoy asegurando que B tiene la misma cantidad de elementos que A. Exactamente la misma cantidad. Así que si A es infinito, B también lo es. Ahora, ¿no les genera ruido pensar que el conjunto de múltiplos de 3 tiene exactamente la misma cantidad que el conjunto de los números naturales? Y no solo tiene la misma cantidad sino que además está completamente incluido en el conjunto de los números naturales. Bien, desde mi punto de vista muy personal ese ruido es generado por lo inasible que nos resulta el concepto de infinito.
  Cualquiera de nosotros puede pensar esto lógicamente y darse cuenta que es cierto. Sin embargo, nuestro sentido común se verá afectado por la idea de algo que entra adentro de otra cosa aunque es del mismo tamaño.

jueves, 14 de marzo de 2013

La culpa II

  Voy a continuar con un tema que ya he tocado, pero que me gusta mucho: la culpa. Desde un punto de vista particular: la sociedad y su modo de buscar culpables.
  Primera aclaración: no estamos hablando solamente de culpables de hechos delictivos, si no también de culpables de cualquier situación negativa como podría ser el estado del transporte público.
  Es muy común que la opinión pública encuentre culpables por todos lados. Políticos, jueces, empresarios, empleados, etc. Cuando la masa social busca culpables se vuelve agresiva y poco precisa. Al sentirse herida en sus derechos sale a atacar a las personas más visibles. De más está decir que la visibilidad no tiene ninguna relación con la culpabilidad. Nueva aclaración: no se está poniendo en duda el legítimo derecho de la sociedad de exigir que todo funcione correctamente.
  El punto que no debemos perder de vista es que, muchas veces, aquello que se exige a culpables determinados obedece a un comportamiento que se verifica en distintas áreas de la sociedad. Por ejemplo, se le exige eficiencia a un x responsable cuando la eficiencia no es una característica de la sociedad. Reside allí una cuestión lógica muy fuerte: el responsable x forma parte de la sociedad, por lo tanto, si la sociedad no se caracteriza por su eficiencia, es muy probable que el responsable x tampoco.
  El otro ejemplo es el que podría darse con la corrupción. La corrupción, me animo a decir que en toda latinoamérica, está enquistada en todos los niveles de la sociedad, por lo tanto, es hipócrita estar pidiéndoles a políticos o empresarios que no sean corruptos. Además es un camino sin salida. La única salida real es empezar a hacer un esfuerzo por bajar los niveles de corrupción en la sociedad en general.
  Por supuesto existe una escala de responsabilidades, y a mayor poder, mayor responsabilidad, pero eso no exime a los que tienen poco poder de esforzarse en ser mejores. Después de todo, difícilmente nos enteremos si los poderosos hacen algún esfuerzo por ser menos corruptos.
  Con esto quiero indicar que muchas veces al buscar culpables ante una situación negativa olvidamos mirar a nuestro alrededor y ver qué pequeñas cosas podemos cambiar para ayudar a revertir esa situación negativa. Este paso es muy importante porque la queja por la queja misma no genera ningún aporte real a la situación. Pero si nosotros generamos un cambio en nosotros mismos o en quienes nos rodean que de alguna manera esté relacionado con la solución esperada, entonces estaremos preparando un suelo social fértil donde el día de mañana pueda florecer una solución definitva al problema en cuestión. Esta tarea es mucho más importante que la de buscar culpables, más cuando los culpables no están bien definidos.

lunes, 17 de diciembre de 2012

Artista, artesano, científico

Un tema que desde siempre me ha resultado apasionante es la evolución del conocimiento. La forma en que el hombre fue aprendiendo a través del tiempo. Este conocimiento adquirido a través de los años debe hacerse presente en nuestra vida cotidiana. Alguien debe conjurar todo aquello que sabe y conoce para dar lugar a una creación que nos aporte algo. Esta suerte de hechiceros son, según mi parecer, los artistas, los artesanos y los científicos.
En este texto quisiera exponer algo que creo que el sentido común desconoce: el trabajo conjunto que realizan estos tres actores. También quisiera hacer una aclaración: cuando hablo de científicos no me refiero solamente a las ciencias duras como puede ser la matemática o la física; sino también a las ciencias políticas, sociales, económicas, etc. Si bien mis ejemplos pueden estar más asociados a ciencias duras porque son las que mejor conozco.
En la sociedad se ha desperdigado la idea de que el arte y la ciencia son prácticamente antónimos. Tal vez sea una consecuencia de los estereotipos que se asignan a un artista y un científico. El primero: una persona sensible, soñadora, desestructurada. El segundo: práctico, realista y metódico.
Pues bien, permítanme comentarles algo: no hay forma de escribir una canción si uno no se plantea un método para hacerlo. No hay manera de escribir un libro, si no se sigue una determinada estructura. Y por muy soñador que uno sea, las esculturas se hacen con dos elementos furiosamente concretos: masa y cincel. Sirvan estos ejemplos para demostrar que el artista no carece de las aptitudes que suelen ser asociadas con los hombres de ciencia.
De la misma manera se puede decir que si un científico no se desestructura, jamás encontrará una nueva teoría, ni podrá refutar una teoría anterior. Si no se permite soñar, no podrá idear invenciones originales. Y finalmente, si no utiliza su sensibilidad no podrá crear cosas que sirvan a la humanidad.
Si bien está claro que se requieren aptitudes diferentes para ser artista o científico, también es claro que hay ciertas aptitudes que están más asociadas al proceso creativo que al objetivo de tal proceso. Dicho de otra forma: hay aptitudes propias de la creación, que se utilizan tanto para crear arte como para crear ciencia. Este es el primer punto que une a artistas y científicos.
Puede que a esta altura se estén preguntando qué pasa con los artesanos. Solo a modo de aviso les comento que entrarán en este texto recién al final, una vez que hayamos definido el papel que juegan nuestros dos primeros actores.
Veamos entonces de qué forma interactúa el arte y la ciencia. Para esto voy a proponer la siguiente idea: el arte es como una linterna que ilumina lugares oscuros del conocimiento. El artista utiliza su sensibilidad y su intuición para detectar conocimientos que aún no fueron alcanzados por la ciencia. Al artista poco le importa asociar este conocimiento que intuye con toda la parafernalia propia de las divulgaciones científicas. Por eso, sin detenerse a pensar en el por qué o el cómo, genera una obra inspirada por este nuevo conocimiento. De esta manera va dejando pistas a la ciencia, para que la ciencia sepa hacia donde dirigir sus esfuerzos y pueda hacer pie en las pequeñas luces que el artista va poniendo.
El buen científico toma del arte el entorno que necesita para desarrollar su creación. Así como el artista se inspira en el conocimiento que intuye, el científico se inspira en la obra del artista. Formando una cadena virtuosa que da como resultado un nuevo descubrimiento o una nueva teoría o un nuevo invento que nos sirve para mejorar.
Voy a dar algunos ejemplos.
Uno muy claro se encuentra en la literatura de Julio Verne. Verne fue capaz de imaginar artefactos que aún no existían, sin lugar a dudas los dos más sorprendentes son el submarino y el módulo lunar.
Hay un tango que interpretaba Julio Sosa que se llama "Levanta la frente" donde habla de una mujer que quedó embarazada estando soltera. Esto decádas atrás era una enorme vergüenza. Sin embargo el autor de esta letra iluminó de alguna manera un conocimiento que poco a poco fue adoptado por la sociedad: no es ninguna vergüenza ser madre soltera. Este conocimiento pasó del arte a la ciencia y de la ciencia a la sociedad.
Un ejemplo más abstracto se puede ver en la necesidad de la existencia de la pintura o la arquitectura para transformarse en la razón de ser de la geometría.
Otra simbiosis ciencia-arte está presente cuando los abogados o incluso los jueces basan sus opiniones en cuestiones que se ven en una película.
Creo que el punto al que quiero llegar está alcanzado. Ahora me han quedado en el tintero los artesanos. Veo a los artesanos como un punto de unión, un eslabón central entre la ciencia y el arte. El artesano no se especializa en ninguno de los dos extremos. Conoce el arte y la ciencia como un aficionado, y es capaz de fundir este conocimiento y, de esa manera, realiza sus creaciones. Los oficios típicos de artesano serían: herrero, alfarero, albañil, cocinero, etc. Como todo eslabón del medio es necesario para mantener unida la cadena. Me declaro un poco incompetente para pensar al artesano como puedo pensar a un artista o a un científico, sin embargo, permítanme utilizar la intuición del artista y afirmar que el artesano cumple con un rol de importancia equivalente a los actores de las ciencias y las artes. Se me ocurre que su papel es el de servir como banco de prueba de todo aquello que proveen artistas y científicos.
Para culminar quisiera hacer un llamado a trabajar todos juntos por la evolución del conocimiento. A sentir que somos parte importante de esta maquinaria que hemos creado en siglos de historia. Como ya expuse en otro post, los logros tienen características sociales, somos todos juntos los que empujamos el carro de la evolución. Algunos iluminados consiguen sobresalir con ideas originales, pero estas ideas son inspiradas por el conjunto de la humanidad. Sepámosnos viajeros importanes de este viaje. Entendamos que todo lo que hacemos es trabajar en conjunto. Un poco esta es la idea de este post, demostrar que aunque dos tareas parezcan diametralmente opuestas, se unen en algún punto como las dos caras de una misma moneda.

Levanta la frente

Este tango sirve de introducción para el siguiente post. Esto de poner alguna obra de arte para introducir temas me está gustando.

Levanta la frente. No escondas la cara.
Enjuga tus lagrimas: echate a reír.
No tengas vergüenza, a tu rostro aclara:
¿por qué tanta pena? ¿por qué tal sufrir?


Ya sé que tu falta será para el mundo
escándalo, risa, placer y baldón;
mas yo soy tu hermano, y al ser juez me fundo,
según los dictados que da el corazón.

No es falta la falta que da luz a un niño:
la ley de dar frutos es la ley de la flor.
No peca quien brinda la fe del cariño,
ni es crimen el darse confiada al amor.

Malvado es el hombre que infiere la ofensa;
infame es el hombre que infiere y se va,
y deja la fuente, la flor y no piensa;
no piensa siquiera que un ser nacerá.

Acércate, hermana: no llores, no temas;
la ley de ser madre es ley natural;
las madres son diosas con santas diademas
ya cumplan o violen la norma legal.

La madre casada, la madre soltera,
son todas iguales: son una, no dos;
lo nieguen las leyes; lo niegue quien quiera,
son todas iguales delante de Dios.

¡No temas, hermana! Ya ves... te comprendo,
de nada te culpo, mi afecto te doy;
mi casa, mis brazos, mis puños te ofrendo;
del hijo que traes cual padre ya soy.

No temas, hermana; tendras mis ahorros;
tendras todo aquellos que aquí dentro ves.
Tu buena cuñada me dio dos cachorros,
de cuenta haré, hermana, que ya tengo tres.

Para completar el video en YouTube y el post relacionado que se titula "Artista, artesano, científico".

miércoles, 21 de noviembre de 2012

Defensa de la muerte

"Nunca se sabe, puede suceder,
que la vida no termine nunca más."
Fragmento de
"No es dios todo lo que reluce"
del Indio Solari

  La muerte es siempre el malo de la película. Todo lo negativo está emparentado con este suceso por el cual todos vamos a pasar. Pocas cosas son tan seguras como que algún día vamos a morir. Bien, invito desde esta pequeña disertación a ver la muerte desde otra perspectiva, creo yo, más justa.
  Para eso utilizaremos, cuándo no en este blog, una artimaña matemática. Algo que se llama "demostración por el absurdo". Que se trata, simplemente, de ver qué pasaría si ocurriera lo contrario a aquello cuyo valor está en disputa. En este caso, la muerte. ¿Qué ocurriría si fuéramos inmortales? Voy a levantar la apuesta: ¿qué ocurriría si fuéramos inmortales y jóvenes por siempre? Y ahora, la voy a bajar: tengamos en cuenta que la inmortalidad estaría dada por un diseño perfecto de nuestro cuerpo, pero nadie es inmortal si le pegan un tiro en la cabeza, por ejemplo.
  Pensemos: ¿cuántos habitantes habría en el mundo? Más de los que el planeta puede aceptar. Suponiendo que hubiéramos alcanzado una suerte de civilización perfecta, llegaría el momento en que estaría terminantemente prohibido tener hijos. ¿Qué destino le espera a una humanidad que no se renueva? Mi respuesta: el tedio eterno. Para ver a qué me refiero, imaginen lo siguiente, supongamos que a partir de ahora nadie envejece, se detiene el tiempo. Bien. A los que les gusta el deporte: imagínense viendo una y otra vez una final de tenis entre Federer y Nadal. A los que les gustan las películas: imagínense viendo una y otra vez películas hechas por los mismos actores, los mismos directores, los mismos libretistas. Si uno pensara una forma de resolver esta situación llegaría a la siguiente conclusión: hay que matar personas para que puedan nacer nuevas y renovarse. Interesante, ¿no?
  Aún así, este no es el único problema de la inmortalidad. Estoy convencido que no es fácil desde un punto de vista psicológico ser inmortal. La pregunta de ¿para qué estamos en este mundo?, se multiplicaría enormemente dentro de nuestra cabeza si fuéramos inmortales: ¿para qué estamos eternamente en este mundo? Si el mundo no tiene explicación en sí mismo, ¿por qué no trascendemos? Curiosamente, la solución vuelve a ser la misma: trascender del mundo, sería morirse. Aclaro: dejo fuera de este párrafo qué hay después de la muerte. Fíjense que poco importa si lo que sigue es la nada misma, porque en ese caso, tanto seamos mortales, como inmortales, nuestro sentido desde el punto de vista del universo sería nulo. Si nada tiene sentido, ¿cuánta puede ser la diferencia entre ser mortales o inmortales? Les aseguro que muy poca. Y si existe un motivo para nuestra existencia, entonces este motivo no puede ser vagar eternamente por el universo, por una sencilla razón: la muerte existe y acá solamente estamos tejiendo hipótesis sobre la inmortalidad.
  En tercer y último lugar (por el momento) quiero decir que estoy totalmente a favor de la idea de que la muerte es el motor que mueve a este mundo. Vivimos con tanta intensidad como podemos porque sabemos que la muerte nos espera. Una demostración de esto se puede ver en el poema que antecede a este post. En "Pasatiempo", el poema de Benedetti, se deja reflejar claramente que la intensidad con la que se ve al "océano" es mayor cuanto mayor es la conciencia que tenemos de que vamos a morir. Si fuéramos inmortales, toda esta intensidad que es nuestra vida no tendría sentido. Nuestras vidas serían mucho más sosas. Nuestra más estruendosa carcajada sería apenas una mueca de risa. Nuestro llanto más profundo sería una tenue mirada perdida. El amor que nos une a las personas que queremos, sería un vago reconocimiento de igualdad. ¿Qué sentido tendría vivir siempre cerca de las mismas personas si vamos a vivir por siempre? Y, la verdad, si me dieran a elegir entre una vida corta con sensaciones intensas, y una vida eterna donde todo diera más o menos lo mismo, elegiría la vida corta. Es más, me permito imaginar que todos nosotros, compañeros en esta mortal existencia, fuimos cuestionados por nuestro dios en los siguientes términos: "¿quieres que te envíe al mundo de los inmortales o al mundo de los mortales?", y nosotros, conociendo la vida que implicaba una y otra elección dijimos con seguirdad: "envíame al mundo de los mortales". Por algo será.